Prólogo

El eco de las espadas

En el proceso de repoblación, consolidación territorial, y la configuración de espacios en la frontera oriental castellana. Los siglos XIII y XIV, no pueden entenderse sin considerar el papel de figuras, tal que la de don Juan González (maestre de Calatrava) S. XIII y don Juan González de Roa (noble de segundo rango, no de alta nobleza S. XIV). Las disputas entre órdenes militares, y el desarrollo de asentamientos rurales secundarios, como la casa de labor de García Molina. Estos fenómenos ligados en un contexto donde la religión, la nobleza, la economía y el poder militar convergían. La crónica de Moya y sus dominios, por tanto, no es solo la historia de una villa amurallada, sino la de un sistema de ocupación, defensa y evangelización que estructuró la vida rural en la Cuenca medieval.

En el siglo XIV (1390), Moya se clasificaría como una villa de realengo 7, pero su estatuto fue inestable y sujeto a mercedes y confirmaciones reales. Pasó de un enclave repoblado, en la primera mitad del siglo XIII, a una villa cuya condición de realengo. Queda declarada en 1319, cuando Fernando IV de Castilla. La declara «patrimonio de la Corona». Esta condición fue confirmada explícitamente a finales del mismo siglo (1390). Sin embargo, entre los siglos XIV y XV la titularidad y el ejercicio jurisdiccional sobre la villa sufrieron continuas fluctuaciones (mercedes y ventas a linajes como los Pacheco y Cabrera), de modo que la condición de realengo fue objeto de reiteradas confirmaciones y litigios.

Fronteriza, con funciones estratégicas, militares y comerciales, además de estar vinculada a las órdenes militares. En las Cortes de Valladolid de 1351, se menciona a Moya como lugar donde se cobraban impuestos a mercancías provenientes de Aragón y Valencia. Esto demuestra su importancia económica y su papel como aduana medieval. Caminos peligrosos y la construcción de una frontera. Los senderos que atravesaban la Baja Sierra de Cuenca durante el siglo XIV eran tanto rutas de fe como trampas mortales.

Tras la Guerra de los Dos Pedros (1356-1369), soldados desmovilizados —convertidos en bandoleros— acechaban a peregrinos hacia Caravaca. Robaban limosnas, víveres y credenciales (vendibles a fugitivos que buscaban identidades falsas). Los secuestros de mercaderes o clérigos eran frecuentes; las víctimas eran encerradas en grutas o torres derruidas para negociar rescates. Este clima de inseguridad marcó la vida de aldeanos y caminantes, recordando que la fe a menudo se pagaba con sangre.

«Crónica de Moya y sus dominios no es solo la historia de una villa amurallada, sino un sistema tripartito»

  1. Ocupación (repoblación de tierras baldías).
  2. Defensa (contra bandidaje y amenazas externas).
  3. Evangelización (que tejía identidad en torno a cruces, caminos y rituales).

«En este frágil equilibrio, donde convergían religión, nobleza, economía y poder militar, se forjó la vida rural de la Cuenca medieval. Los peregrinos que sobrevivían a los salteadores, los aldeanos que resistían en granjas aisladas, y los señores que levantaban castillos, eran hilos del mismo tejido»: áspero, resistente y marcado por «El eco de las espadas».

Nota histórico-literaria para una sustitución ficcionada, a la figura de Juan González de Úbeda o de Moya (1270-1280 a 1344).

Para esta sustitución y recreación novelada, se ha tomado como referencia la figura histórica de Juan González de Úbeda, «el de la Barba» —noble, militar, alférez y diplomático documentado al servicio de los reyes Fernando IV (1295–1312) y Alfonso XI (1312–1350)—, a quien se le atribuye, con licencia narrativa, el papel de primer alcaide de la plaza fronteriza de Moya.

Conviene aclarar

Su perfil como hombre de frontera lo convierte en un candidato verosímil para este cargo, no existe documentación que lo vincule directamente con el gobierno de Moya. Las fuentes archivísticas —como las del Archivo Histórico Nacional o el Diocesano de Cuenca— señalan que el primer tenente documentado de la villa fue, en 1212, Gonzalo Pérez, bajo la jurisdicción de la Orden de Santiago.

La figura de Juan González de Úbeda

Se presta con acierto a encarnar el arquetipo del noble medieval comprometido con la defensa y repoblación del territorio. No obstante, es importante no confundirlo con otros personajes homónimos, como el maestre de Calatrava del siglo XIII, ni con los González de Roa del siglo XV, linaje que solo posteriormente establecería un señorío secular en Moya. Esta aproximación, por tanto, no altera los hechos históricos contrastados, sino que se apoya en la verosimilitud contextual para integrar a un personaje real en un escenario narrativo coherente, respetando las dinámicas políticas, militares y sociales de la Castilla bajomedieval.

Aclaraciones

La crítica documental ha permitido deslindar estas figuras, aunque la similitud onomástica ha generado confusiones en algunas narrativas genealógicas. En este contexto, cabe señalar que Juan González de Roa «el Viejo» (siglo XV) nunca fue comendador de Calatrava ni señor de Moya —entonces encomienda de dicha Orden—, sino que fue su hijo, Juan González de Roa «el Mozo», quien, ya a finales del siglo XV, inició la transición hacia un señorío secular del linaje en la villa.

Consecuencias

La presencia de Juan González de Roa como alcaide de Moya en esta obra constituye una licencia narrativa fundamentada en la verosimilitud histórica. Aunque su cronología real (siglo XV) y su vinculación con Moya sean objeto de recreación, su trayectoria como hombre de frontera, al servicio de la corona en un territorio en disputa, lo convierte en un representante ideal de las dinámicas de poder, lealtad y organización militar que caracterizaron la Baja Edad Media castellana. Esta aproximación, habitual en la novela histórica de calidad, no altera los hechos documentados, pero permite ilustrar de manera representativa los conflictos y las estructuras sociales de la época, integrando a un personaje real en un escenario narrativo coherente y plausible.

«El eco de las espadas».

El eco de las espadas. El poder militar, la religión y la consolidación territorial

S. XIV, Moya se clasifica como una villa de Realengo

El eco de las espadas. El poder militar, la religión y la consolidación territorial
El eco de las espadas