Historia de la electricidad en Casas de Garcimolina

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Desde la primera regulación eléctrica en España en 1885, la electricidad a Casas de Garcimolina no llegó hasta mediados los años 20. Se trataba de una pequeña estación eléctrica que utilizaba el caudal del río Algarra. Para ello, el río era desviado por el lavadero a través de un canal que iba por el Cabo el Río, hasta el Pozanco. Una vez en el Pozanco, había una pequeña balsa comunicada con la Fábrica de la Luz. Desde dicha balsa a la dínamo, había caída de unos 15 metros, suficiente para satisfacer los 97 hogares que existían en Casas de Garcimolina.

Teniendo en cuenta de que las bombillas de la época tenían un consumo de 110 vatios, y que únicamente estaba permitido utilizar una bombilla al mismo tiempo por casa, podríamos decir que la potencia de dicha fábrica podía rondar los 10 kW. Para hacernos una idea, algo así como encender cinco estufas grandes al mismo tiempo. Eso sí, conviene aclarar que estamos hablando en todo momento de corriente continua, la corriente alterna llegó varias décadas después.  El problema que plantea la corriente continua es que no puede ser transportada a grandes distancias, por esa razón, se tenía que consumir cerca de donde se producía. Por esa razón, en la década de los 20, se instalaron diferentes fábricas de luz en la comarca.

Comparando nuestro sistema eléctrico con el de otros pueblos podríamos decir que estábamos bastante detrás en prestaciones. Por ejemplo, Salvacañete disponía de tres fábricas de la luz, dos de ellas instaladas en sus molinos harineros y otra de forma independiente. Otro ejemplo es Santa Cruz de Moya, cuyo sistema eléctrico permitía encender, ¡¡hasta tres bombillas!!

Respecto a la maquinaria, cada año el Ayuntamiento tenía que pagar una letra de 25 céntimos a la Fábrica Amorós de Zaragoza por el alquiler de la dínamo. Dicho pago pago, no llegaba a repercutir  en los hogares, ya que no existían contadores como ahora. Eso sí, se limitaba la potencia a una bombilla por casa al mismo tiempo. Otro problema que tenía este sistema es que por inclemencias meteorológicas no era  estable, por lo que una persona del pueblo tenía que estar pendiente de cualquier eventualidad que impidiera la producción.

Finalmente, con la aparición de la corriente alterna a principios del siglo XX, ya no tenía sentido usar este tipo de instalaciones, ya que era posible traer la electricidad desde otros puntos del país. Fue allá por el año 1960 cuando, con la construcción de las líneas de alta tensión actuales, fue posible traer la electricidad generada por la central Hidroeléctrica de Villalba de la Sierra.

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