Esta web es soportada económicamente por la Asociación de Vecinos y Mayores Peña el Pardo
________________________________________________________________________________

ASOCIACIÓN PEÑA EL PARDO ASOCIACIÓN PEÑA EL PARDO
Novela: El Eco de las Espadas

Introducción y publicación por entregas:
«EL ECO DE LAS ESPADAS»
Asociación de personas mayores Peña el Pardo
Revista Histórica y Cultural
«Entre la piedra y la fe, una fortaleza escribe su destino»
Bien fallados seades, leedores, en aqueste viage que passa por los siglos et torna los sones d’aquella sazon en que la fe, el açero et la cobdicia texieron el fado d’un regno. En los cartapacios que agora se siguen, damos el primer recreo de «El Eco de las Espadas», estoria que se arraiga en la Baxa Edat Media de Castiella, en aquellas terras bravas et de frontera que oy dia son llamadas Castiella-La Mancha.
Bienvenidos, lectores, a un viaje que atraviesa los siglos y resucita los ecos de una época donde la fe, el acero y la ambición tejieron el destino de un reino. En las páginas que siguen, presentamos el primer adelanto de «El Eco de las Espadas», una novela histórica que sumerge sus raíces en la Baja Edad Media castellana, en ese territorio agreste y fronterizo que hoy conocemos como Castilla-La Mancha.

Inicio del camino de la Vera, 1347 ¿Qué secretos guardan las murallas del castillo de Moya?
En un mundo donde las órdenes militares —Santiago y Calatrava— pugnaban por el control de rutas sagradas y tierras baldías, un hombre, Juan González de Roa, «el mozo» (noble de segundo rango, no de alta nobleza, s. XV). Con su presencia en Moya (ficcionada s. XIV), como un encargo real temporal «por orden de Alfonso XI, para control en las zonas rurales de la Mancha y el valle del Tajo, de los mudéjares», como comisionado regio y labores de alcaide. Carga sobre sus hombros el peso de una misión imposible: sostener la unidad de su gente mientras el reino se fractura. Su historia, rigurosamente documentada, pero narrada con la pasión de la ficción, es el hilo que nos guía a través de intrigas palaciegas, batallas espirituales y la silenciosa resistencia de los peregrinos que, bajo la sombra de la Ruta de la Vera Cruz, buscaban redención.
¿Por qué desapareció un pueblo entero?
La lucha entre estos muros, las intrigas, la devoción mariana —encarnada en vírgenes aparecidas como la de Tejeda o Santerón— se entrelaza con leyendas templarias nunca confirmadas, pero imposibles de erradicar. Aquí, los setenarios de siete días (ya modernos), consagraban la fe en ermitas perdidas, mientras los campesinos y ganaderos de la heredad de la casa de labor de Casas de Garcimolina, (hoy apenas un eco en los archivos), labraban su supervivencia entre el olvido y la repoblación.
Una trama coral,1 un misterio histórico
Esta obra, estructurada como un tapiz de voces —caballeros, artesanos, peregrinos como el misterioso Herminio, cuyo mimbre simboliza la fragilidad humana—, alterna, eventos históricos verificables con relatos íntimos que desafían el tiempo. ¿Qué ocurrió realmente entre 1284 y 1292?, ¿Moya fue arrasada y sus emblemas borrados?, o no. ¿Por qué la Orden de Santiago perdió el control frente a Calatrava? Y, sobre todo, ¿quién traicionó a quién?
En esta primera entrega, descubrirán:
- El Castillo de Moya: bastión entre dos mundos, donde el viento aún susurra las plegarias de los caídos.
- La sombra de los Templarios: aunque no hay pruebas de su presencia, su herencia late en rituales y símbolos.
- La emboscada en el nogueral: un joven caballero, Álvaro, enfrentará su primera prueba de sangre en defensa de los peregrinos.
«El Eco de las Espadas» no es solo una novela: es una invitación a caminar por senderos olvidados, donde cada piedra, cada documento rescatado del silencio (como el Censo de Pecheros de Carlos I que menciona por primera vez a Garcimolina), nos habla de un mundo que creíamos perdido.
Queridos lectores, os invitamos a un viaje por los caminos olvidados de la Serranía Baja conquense, donde la historia y la leyenda se entrelazan en cada piedra. «El Eco de las Espadas» no es solo una novela histórica: es una puerta abierta a ese territorio agreste y fronterizo que se extiende entre las despobladas sierras de Moya, los venerados santuarios de Santerón y Algarra, y las humildes aldeas y casas de labores, como Garcimolina, Santo Domingo o Fuentelespino de Moya, resistieron el paso de los siglos.
¿Reconocéis estos parajes?
Quizá os suenen sus nombres, evocadores y misteriosos, como ecos de un pasado que aún late en fuentes escondidas, en ruinas de ermitas y en senderos que serpentean entre sabinares. Esta es la tierra que pisaron los caballeros de Calatrava y Santiago, donde los peregrinos de la Ruta de la Veracruz buscaban refugio, y donde pastores y labriegos tallaron su existencia entre la devoción y la supervivencia.
El Castillo de Moya, erguido sobre su cerro como un centinela de piedra, domina este paisaje áspero y bello. Desde sus almenas se divisan las torres de vigía y los caminos que llevan a Santerón, con su ermita mariana rodeada de leyendas; a Algarra y su castillo, donde las romerías tejían comunidad, y a esos pequeños mundos —Las casas de labor y corrales de García Molina, Santo Domingo, Fuente del Espino—, cuyas fuentes y majadas fueron testigos mudos de historias cotidianas y extraordinarias.
¿Qué secretos guardan estos andurriales?
En «El Eco de las Espadas», cada lugar tiene su voz:-
La casa de García Molina, una simple heredad o casa de labor, perdida en los documentos, que esconde la tenacidad de quienes repoblaron estas tierras.
-
Los bosques de nogueras, pinos y sabinas, donde bandidos y peregrinos se cruzaban en noches de luna menguante.
-
Las fuentes y lavaderos, puntos de encuentro donde se compartían noticias, temores, anhelos y esperanzas.
Esta es una historia de frontera, donde lo sagrado y lo profano se mezclan: las apariciones de vírgenes en encinares, los setenarios (ya muy modernos para esta historia), en ermitas aisladas, y las luchas entre órdenes militares por controlar no solo tierras, sino almas.
¿Por qué importa hoy esta historia?
¿Por qué estos parajes? —aunque hoy algunos sean apenas un recuerdo— moldearon la identidad de una región. En sus piedras, en sus documentos y en su tradición oral, encontramos las raíces de una resistencia callada: la de quienes, como el señor don Juan González de Roa, el peregrino Herminio o el caballero Álvaro, eligieron la lealtad a sus ideales frente a la conveniencia.En esta primera entrega, descubriréis:
-
El Castillo de Moya en su esplendor, cuando sus muros albergaban tanto a señores como a pastores.
-
La ermita de Santerón, faro espiritual en un territorio peligroso.
-
La granja de Garcimolina, ejemplo de cómo la vida se abría paso, incluso en tiempos de guerra.
«El Eco de las Espadas» es una invitación a recorrer, con rigor histórico y pulso narrativo, esos lugares que, aunque os suenen lejanos, son parte de vuestra memoria. Porque la historia no solo se escribe en grandes ciudades, sino también en estos rincones donde el viento aún susurra nombres como Moya, Santerón, Algarra y Garcimolina …
¿Están preparados para oír el eco?
Continúa en el próximo número:
Capítulo 9: Nuevas generaciones y su propio camino el 31-10-2025
ACCESO A LOS CAPÍTULOS YA EDITADOS
Introducción del autor
Prólogo
PRIMERA PARTE FICCIONADA
I: El castillo de Moya
II: La sombra de la rivalidad
III: La conformación del poder
IV: La llegada de los peregrinos
V: La victoria de la fe
SEGUNDA PARTE NOVELADA
1. El inicio del viaje, abril de 1347
2. Herminio, el peregrino del mimbre
3. La huella del caminante
4. La nueva misión de Herminio en Moya
5. Reflexiones del camino
6. Una tradición perdurable
7. Un ciclo de enseñanza y aprendizaje
8. Una nueva era, preceptos del Mimbre y el Mimbrito
9. Nuevas generaciones y su propio camino
10. La obra de Herminio
11. Nuevos horizontes
12. Reflexiones en el umbral
13. El regreso de Herminio
14. Los canastos de la memoria
15. Semillas de esperanza
16. Una marca que perdura
17. Los caballeros de la luz
FIN
EPÍLOGO
Nota del editor:
Esta obra ha sido investigada con fuentes primarias, desde crónicas medievales hasta registros arqueológicos del cerro de Moya. Cada entrega irá acompañada de un anexo con bibliografía histórica para los lectores más exigentes.
Para no ser reiterativos, se han publicado todas las fuentes consultadas de un sola vez, al pie del documento, es la bibliografía total de la novela.
Ilustraciones y grabados que aparecen en la publicación:
Basados en las técnicas pictóricas de Jan Van Eyck (c. 1390-1441):
Maestro flamenco y pionero de la pintura al óleo en el Renacimiento nórdico. Es reconocido como una de las figuras fundacionales de la pintura occidental y máximo representante de la escuela flamenca del siglo XV. Su dominio técnico y conceptual revolucionó el arte europeo, especialmente mediante el perfeccionamiento de la pintura al óleo, lo que le permitió alcanzar cotas de realismo y simbología sin precedentes.
Características estilísticas y aportaciones técnicas
-
Hiperrealismo y precisión óptica:
- Van Eyck elevó la técnica al óleo mediante el uso de capas translúcidas (glacis), lo que facilitó la recreación de texturas minuciosas en telas, metales, joyas y superficies naturales.
- Su tratamiento de la luz, con gradaciones sutiles y sombras articuladas, confería volumen tridimensional y profundidad espacial a sus composiciones.
-
Simbología compleja y narrativa visual:
- Integró en sus obras un repertorio de elementos simbólicos (espejos, frutas, animales, inscripciones) que operaban como capas de significado adicional, a menudo vinculadas a temas religiosos, morales o sociopolíticos.
- Obras como El matrimonio Arnolfini (1434) son estudiadas por su densa carga alegórica y su capacidad para documentar la cultura material de la época.
-
Innovaciones técnicas y firmas autógrafas:
- Perfeccionó la estabilidad y brillo de los pigmentos al óleo, superando las limitaciones del temple al huevo predominante hasta entonces.
- Sus obras frecuentemente incluían inscripciones como «Als ik kan» (“Con lo que puedo”), reflejando una conciencia autoral innovadora para su tiempo.
Legado e influencia
Van Eyck sentó las bases estéticas del Renacimiento nórdico e influyó en artistas como Hans Memling, El Bosco y, posteriormente, en maestros del Barroco. Su obra marca la transición definitiva del Gótico internacional hacia un naturalismo empírico que anticipó desarrollos posteriores en Europa.
Conexión con reconstrucciones históricas y culturales
La estética de Van Eyck resulta singularmente adecuada para recreaciones visuales de escenarios medievales y protomodernos, tales como:
- Escenas de vida cotidiana y poder señorial (ej.: el Castillo de la Moya o figuras como Gonzalo de Roa).
- Entornos rurales y simbología sacra (ej.: peregrinos, cruces, arados y utensilios como cestos y canastos).
- Narrativas históricas ambientadas en espacios como Santerón o el personaje del Zurdo, donde el detalle realista y la carga simbólica enriquecen la comunicación.
Su capacidad para integrar precisión documental con profundidad conceptual permite que las imágenes no solo ilustren, sino que interpreten contextos históricos, reforzando el axioma de que “una imagen vale más que mil palabras” en la divulgación del patrimonio cultural.
PIE DE PÁGINA
-
Narrativa coral:
Se refiere a un enfoque de narración donde la historia se relata por medio de diferentes voces o narradores, en vez de apoyarse en un solo punto de vista. Cada personaje, comúnmente desempeñándose como el personaje principal, proporciona una perspectiva singular de los acontecimientos, lo cual facilita la elaboración de una narración polifónica y enriquecida por la diversidad de experiencias y emociones. Este enfoque fomenta una interpretación más exhaustiva y minuciosa de la historia, dado que los sucesos se presentan desde múltiples puntos de vista, lo cual realza la complejidad y la autenticidad de la narrativa.
-
Fungir:
Desempeñar un empleo, cargo o función. “Desempeñar una función, a veces sin tener el nombramiento preceptivo”.
-
Setenarios:
Agrupaciones simbólicas de siete elementos en contextos espirituales o teológicos, destacando la relevancia del número siete, como símbolo de plenitud y perfección. Tradición cristiana, mística medieval; estas estructuras organizaban conceptos clave en grupos de siete, mostrando un marco para la reflexión y el crecimiento espiritual.
- Los siete dones del Espíritu Santo: Sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.
- Las siete virtudes: fe, esperanza, caridad, prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
- Los siete pecados capitales: Soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.
- Las siete bienaventuranzas: Interpretadas a partir del Sermón del Monte.
- Las siete peticiones del Padrenuestro: Cada una se considera un antídoto espiritual frente a los pecados o debilidades humanas.
-
Orden del Temple:
Conocida como los Caballeros Templarios. Fundada en 1119 por Hugo de Payns tras la Primera Cruzada, su misión original era proteger a los peregrinos cristianos en Tierra Santa.
-
Los pecheros:
Eran individuos pertenecientes al tercer estamento en la España del régimen antiguo, no pertenecientes a la nobleza ni al clero, y estaban obligados a abonar tributos directos a la Corona española. El término viene de “pecho” o “pecha” (tributos medievales). Principalmente, eran agricultores, artesanos y residentes de villas, cuya situación tributaria no se basaba en su riqueza, sino en su obligación de contribuir.
-
Alfoz:
Se trataba de un término de la era medieval que se utilizaba para referirse a un territorio rural bajo la jurisdicción de una villa principal, en el que se congregaban diversas aldeas. Poseía responsabilidades fiscales, judiciales y militares, desempeñando un papel crucial durante la Reconquista.
-
Señorío de realengo:
Tierras bajo control directo del rey, en contraposición a las tuteladas por nobles o la Iglesia, el monarca podía concederlas por merced o venta.
-
Vísperas:
Los miembros de la Orden de Santiago practicaban un rito denominado la Plegaria del Caballero, que se sincroniza con las horas canónicas de la Iglesia. Rezaban en momentos específicos del día. Laudes, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas. La misa conventual y la liturgia de las horas, pilares esenciales en su vida espiritual.
-
Prácticas de armas abiertas
En los castillos de las órdenes militares solían realizarse, en espacios amplios y despejados dentro del recinto fortificado, como el patio de armas. Este era el corazón del castillo, una gran explanada central donde los caballeros entrenaban en combate cuerpo a cuerpo, manejo de espadas, lanzas, arcos y tácticas de formación. Además del patio de armas, algunos castillos contaban con terrazas exteriores o explanadas cercanas que también se usaban para ejercicios ecuestres y simulacros de batalla. Estos entrenamientos eran esenciales para mantener la disciplina y la preparación militar de los caballeros, guerreros altamente entrenados.
-
Pertenencia a un grupo:
Es cuando un individuo se siente parte de un conjunto de personas que comparten algo en común: afición, cultura, ideología, actividad o una edad…
-
Bordón:
Cayado largo de madera que sirve de apoyo durante el camino y tiene un significado simbólico en la peregrinación. Su uso se remonta a la Edad Media y suele estar coronado por un puño del que cuelga una calabaza.
-
Limosnera:
Típica de la época, era un recipiente sencillo, a menudo de tela o cuero, que servía para llevar la limosna que se recogía de donantes.
-
Ucronías:
Relatos que imaginan cómo habría sido la historia si un hecho del pasado hubiera ocurrido de forma diferente. Es decir, son reconstrucciones ficticias de la historia basadas en un punto de divergencia.
-
La Carola:
Danza medieval en círculo, acompañada por el canto de los propios bailarines. Aunque no se han conservado partituras específicas, los instrumentos que solían acompañar este tipo de danzas incluían:
- Tamboriles: Marcaban el ritmo con golpes constantes.
- Flautas dulces: Añadían melodías suaves y fluidas.
- Cornamusa: Un instrumento de viento similar a la gaita, con un sonido potente.
- Chirimía: Antecesora del oboe, con un timbre agudo y expresivo.
- Laúd: Instrumento de cuerda pulsada que aportaba armonía.
- Castañuelas: Utilizadas para marcar el ritmo con percusión manual.
CRONOLOGÍA DE LAS ÓRDENES MILITARES
Orden de Santiago (1210 – 1300)
- Justificación: Tras la conquista de Moya por Alfonso VIII de Castilla en 1210, la villa y su castillo fueron entregados a la Orden de Santiago para su defensa y repoblación de la frontera con al-Ándalus. Es el dominio más largo y estable.
- Evidencia: Documentos reales de donación y confirmaciones posteriores de la posesión Santiaguista.
Orden de Montesa (1300 – 1304)
- Justificación: Mediante una bula papal (Sane Considerante) del Papa Bonifacio VIII (11 de julio de 1297), se autorizó al rey Jaime II de Aragón a crear la Orden de Montesa y asignarle los bienes de la disuelta Orden del Temple en la Corona de Aragón. Sin embargo, Jaime II formalizó la cesión de Moya (que era castellana, no aragonesa) a Montesa en 1300, buscando fortalecer esta nueva orden en la frontera.
- Fecha exacta de finalización:
- Justificación: La cesión de Moya (territorio castellano) a una orden aragonesa (Montesa), generó un conflicto diplomático entre Castilla y Aragón. Mediante el Tratado de Torrellas (8 de agosto de 1304), que fijaba las fronteras entre ambos reinos, Jaime II de Aragón acordó devolver Moya a Castilla.
- Evidencia: Bula papal de 1297, documentos reales aragoneses de cesión a Montesa (1300) y texto de la sentencia arbitral del Tratado de Torrellas (1304).
Fin del dominio directo de las órdenes militares (1304 en adelante).
- Justificación: Cumpliendo el Tratado de Torrellas, la Orden de Montesa, dejó Moya, que volvió a la Corona de Castilla bajo el rey Fernando IV.
- A partir de entonces, Moya fue gobernada por señores laicos nombrados por el rey (Señorío de Realengo 7), aunque mantuvo vínculos históricos con Santiago y tuvo Comendadores santiaguistas en su territorio. Nunca más volvió a estar bajo el dominio directo de una orden militar como villa propia.
- Evidencia: Aplicación del Tratado de Torrellas y aparición de tenentes.
Conflictos que marcaron la región
- Guerra Civil Castellana (1366–1369): Moya fue escenario de enfrentamientos entre los bandos de Pedro I «el Cruel» (apoyado por Inglaterra) y su hermanastro don Enrique de Trastámara (respaldado por Aragón y Francia). La guerra dejó la zona devastada y sembró el caos institucional. Las órdenes Militares, tanto la Orden de Santiago como la de Calatrava, intentaron hacerse con el control de Moya, aprovechando su valor defensivo y su ubicación clave en las rutas entre Castilla y Aragón.
- Consecuencias para la población, el auge del bandolerismo. Tras conflictos como la Guerra de los Dos Pedros (1356–1369), muchos soldados y mercenarios quedaron sin paga ni señorío. En la Baja Sierra esto se tradujo en: Grupos armados itinerantes, no eran ejércitos regulares, sino bandas de excombatientes desmovilizados, mercenarios sin contrato.
BIBLIOGRAFÍA
-
Alfonso X el Sabio
Primera Crónica General de España (c. 1270-1284). Fundamental para el contexto político y militar de la Castilla del siglo XIII.
-
Fuero de Cuenca
Ed. crítica de Rafael de Ureña y Smenjaud (1935). Base jurídica de la repoblación y organización territorial en la región.
-
Chronica Latina Regum Castellae:
Ed. Luis Charlo Brea (1999). Relatos contemporáneos sobre Alfonso VIII y Enrique I.
-
Martínez Díez, Gonzalo
Los templarios en los reinos de la Península Ibérica. Ed. Cátedra. (1993).
-
Ruiz Gómez, Francisco
Los orígenes de las órdenes militares y la repoblación de los territorios de La Mancha (CSIC, 2003). Análisis del papel de Santiago y Calatrava en la consolidación territorial.
-
Doménech, M. Ángeles (2005)
Religiosidad popular y santuarios en la Serranía Baja de Cuenca. Diputación Provincial de Cuenca.
-
Sánchez Garzón, Alfredo (2006)
Santuario de la Virgen de Tejeda en Garaballa. Ed. Comarcal.
-
Llop Domingo, J. V. (1997)
Ermitas y espiritualidad mariana en el Alto Turia.
-
Archivo Parroquial de Moya y Libros de Fábrica de Garaballa y Garcimolina
Contienen referencias a los orígenes legendarios y primeros cultos.
-
Sanz y Díaz, José
Historia de la muy noble y leal villa de Moya (Ed. Añil, 1947). Crónica local con documentos sobre Juan González de Roa.
-
VV. AA. (2011)
Marianismo rural en la península Ibérica: ritos, caminos y ermitas. Universidad de Castilla-La Mancha.
-
Vauchez, André
La espiritualidad del Occidente medieval (Cátedra, 1995). Contexto sobre devociones populares (vírgenes aparecidas, setenarios).
-
Castro, Caridad, Pepe
Peregrinos en la España medieval. (Ediciones Nowtilus, 2010). Rutas alternativas, hospederías y simbolismo espiritual.
-
Almagro Gorbea, Martín
El castillo de Moya, arqueología de fortaleza medieval (Diputación de Cuenca, 2015). Estudio arquitectónico y estratigráfico del bastión.
-
Retuerce Velasco, Manuel
La Serranía Conquense en la Edad Media. Poblamiento y estructura social (AACHE Ed., 2009). Asentamientos como Casas de Garcimolina.
-
Primera mención documental de «La Casa de García Molina». Censo de pecheros de Carlos I, 1528.
Tomo I, pág.: 133 https://ine.es/prodyser/pubweb/censo_pecheros/tomo1.pdf
-
Archivo municipal de Moya, 1380-1400, Pedro López de Ayala
-
Real Academia de la Historia
https://bibliotecadigital.rah.es/es/consulta/registro.do?id=12781
-
Recursos digitales
- https://gw.geneanet.org/foullon?lang=es&n=de+roa&p=juan+gonzalez+de+roa
- https://palomatorrijos.blogspot.com/2020/04/juan-gonzalez-de-rosa-senor-de-moya-y-de.html
-
Documentos de órdenes militares
Archivo Histórico Nacional (Madrid). Sección órdenes Militares (Santiago, Calatrava).
- Pergaminos y cartularios: encomiendas en Cuenca y Moya (siglos XII-XIV).
- Consultas sobre posesiones en la zona oriental de Cuenca. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=50989
Tu mensaje se ha enviado
Las Navidades de la sencillez en Garcimolina

Este año nos enfrentamos a unas Navidades distintas, muchos no podremos ver a nuestras familias, ni viajar a nuestro querido pueblo, viviremos unas fiestas diferentes que nos harán reflexionar, sobre lo realmente importante en estas fechas.
Hace unos años, nuestros padres, nuestros abuelos, vivían la Navidad de una forma sencilla, austera, con los pocos lujos que podían permitirse en aquella época, pero no por ello menos felices.
Los niños y niñas de la escuela iban a buscar musgo a la Umbría para montar el belén de la iglesia, era un belén muy grande, con todos los personajes a parte de la Sagrada Familia. El cura y la maestra les enseñaban los villancicos que después cantarían para pedir el aguinaldo.

Escuela de niñas año 1958 Las comidas y cenas eran las mismas que el resto del año, con pocos cambios. Muchos vecinos de Garcimolina mandaban en el camión de Eladio, de Sto. Domingo, algún bulto a sus familiares de Barcelona, normalmente embutido y pollos vivos metidos en cestos. Después el camión volvía de la gran ciudad cargado con dulces y turrones que en el pueblo no se encontraban. La llegada del camión a Garcimolina era un momento muy esperado por todos.
Lo más especial era la misa del gallo el día 24 a las 12 de la noche, las mujeres acudían tapadas con sus mantones que eran como unas mantas que usaban para protegerse del frío invernal de nuestro pueblo. Algún año el Tío Luís tocaba el órgano y con un silbato cantaba el gallo.
Al volver a casa, con suerte, el abuelo Raimundo hacía alajú, como cosa especial o melaos hechos con cañamones y miel.
El frío era tan intenso que muchos niños dormían en la misma cama que los abuelos para darles calor y las nevadas tan grandes que el pueblo se quedaba aislado. Había que hacer caminitos con palas para ir a la escuela, a la fuente o al horno.
La mañana de reyes los niños se levantaban y por la ventana veían las pisadas de los camellos congeladas, aunque fueran las de la burra del vecino. Los reyes solían traer almendras, nueces, con suerte alguna mandarina o naranja. Para los más afortunados podía caer un plumier de madera o un maletín para la escuela, pero eso ya era tener mucha suerte. Como la que tuvo nuestra vecina Mª Jesús Montesinos que nació el día 26 de diciembre. Por aquel entonces los niños que nacían el día 24 recibían de la Diputación de Cuenca una canastilla con la primera ropita de bebé, aquel año era diputado en Cuenca el primo Claudio Novella y al enterarse del nacimiento mandó una canastilla a Garcimolina que Mª Jesús aún conserva.
Este año no nos ha tocado el gordo, ni podremos ir al pueblo, pero tendremos claro que la salud de nuestras familias es lo primero.
Desde la Asociación de mujeres ‘El Sabinarejo’ os deseamos feliz Navidad y muy próspero año nuevo. Que en 2021 podamos juntarnos y continuar con todos proyectos que dejamos aparcados por un tiempo.
¿Y tú como recuerdas la Navidad en Garcimolina?
El Matagorrino en Garcimolina

Nos ha tocado vivir en unos tiempos raros, los pueblos se han ido vaciando, así las costumbres de lo rural, de nuestros ancestros, se han ido perdiendo.
Nuestros jóvenes saben perfectamente en qué consiste Halloween o el Black Friday, pero poco saben de costumbres tan nuestras como la matanza del cerdo o mejor dicho ‘El matagorrino’ que es lo que se celebraba en nuestros pueblos cuando llegaban estas fechas.
La matanza del cerdo, Josep Traité, 1987, escultura de terracota, 61 × 38 × 30,5 cm
El Matagorrino era un ritual por el que cada vecino debía pasar al llegar el invierno si no quería pasar hambre el resto del año. Tradicionalmente cada familia mataba su gorrino, o varios, según la opulencia de la casa, al que previamente habían ido engordando hasta conseguir un peso ideal para su sacrificio o matanza.
Los gorrinos comían a lo largo de todo el año al menos dos veces al día, o incluso mañana, tarde y noche. Su menú consistía en desechos de comida tales como peladuras de patatas, a veces cocidas en un recipiente de cobre llamado caldero. Otras veces también los alimentaban con alfalfe, una verdura muy exquisita para ellos. Este conjunto de alimentos se llamaba ‘la chura’ y eran las mujeres las encargadas de elaborarlo y echarlo a los animales. A la tarde era típico oír a la vecina decir: ¡Voy a echar la chura a los gorrinos!
Los días previos al matagorrino las mujeres se juntaban en la casa anfitriona y se dedicaban a pelar cebollas, pero en ingentes cantidades, para después, previa cocción de éstas y otras materias elaborar las famosas morcillas. Por esta época nuestros pueblos olían a cebolla cocida y en las puertas de las casas había sacos escurriendo un líquido amarillo.
Calderas para cocer cebollas y morcillas
El día elegido para la acción se comenzaba muy pronto por la mañana, al empezar a clarear se reunían en la casa anfitriona las personas llamadas a ayudar, normalmente familiares y amigos. Se empezaba por sacar al animal de la gorrinera, los hombres se lanzaban contra él, lo maniataban y lo subían a la mesa de los gorrinos, donde el matador más experimentado le clavaba el cuchillo en el cuello. Una mujer con un lebrillo era la encargada de recoger hasta la última gota de sangre sin parar de dar vueltas con la mano para que no se cuajara.
Una vez que expiraba el animal pasaba al proceso de socarrado, lo que viene siendo una depilación a base de aliagas ardiendo por todo el cuerpo. Al quedar toda la piel negra se rascaba con una especie de piedra pómez llamada toba. Con mucha agua se lavaba bien para su posterior despiece.
A los hombres se les iba pasando un porrón con anís o aguardiente para beber y unos platos de higos secos muy grandes para comer. Empezaba el despiece del animal, lo primero que se quitaban eran las orejas y el rabo para poder asarlas y repartir entre los ayudantes. El rabo siempre era para los niños, que vivían día muy especial y bonito porque sobre las 11 de la mañana una mujer iba a buscar a la escuela a los niños de la casa. Era la hora del almuerzo, que consistía en morteruelo hecho con el hígado del animal, gazpachos pobres, solo con patatas y torta, también había gachas hechas con harina de maíz y una sartén de chichas del gorrino magras y panceta. Se almorzaba tanto que ya no se comía.
Después del almuerzo algunas mujeres se cogían en una gaveta todas las vísceras del gorrino tripas y demás y se iban al lavadero a lavar las tripas que posteriormente se utilizarían para embutir la carne.
La tarde se dedicaba a hacer los embutidos, separar el tocino del jamón, las costillas y los lomos. Los jamones se guardaban y al día siguiente se ponían a salar para después secarlos.
Jamones secándose
Para hacer las morcillas había que moler las cebollas en la máquina de las carnes y mezclarlas con el arroz, la sangre y las especias.
Máquina de moler la carne
Para embutirlas se utilizaba la tripa del animal y una vez embutidas había que cocerlas. Para hacer las longanizas se molía la carne magra y el tocino y se mezclaba todo con las especias.
Embutidera
Las costillas y los lomos se metían a remojo en el enajado y unos días después se ponían a secar, para después freír y guardar en la orza cubiertas de aceite.
Orza
A la hora de la merienda solo merendaban las mujeres, también llamadas ‘mondongueras’, que eran las que estaban trabajando con las carnes del gorrino. El somarro era la carne que se asaba para merendar, era una parte muy exquisita del cerdo y creemos que es lo que hoy en día se conoce como el secreto.
Después se pasaba a la cena que era abundante y copiosísima y a la cual se invitaba a los quintos del pueblo, los mozos que ese año se iban al servicio militar. Algunas veces se les hacía bromas, como coser la ensalada o darles morcillas llenas de cordeles. Para la cena ya se ponían en el fuego los pucheros a cocer toda la tarde, uno con judías secas y otro con garbanzos, también se cenaba paella y de postre calabaza asada.
Al día siguiente también había mucha faena pues había que limpiar todo y colgar los embutidos en las latas, unos palos horizontales colgados del techo que toda casa de la época debía tener.
Chorizos secándose en las latas
Eran varios días de intensa faena, pero servían para que la carne, un bien muy preciado, se conservara en óptimas condiciones durante mucho tiempo. Todo el embutido debía racionarse a lo largo del año y se usaba para echar a los pucheros o para hacer la merienda de los pastores que se guardaba en unos saquitos llamados talegos y solían ser de tela de cuadros.
¿Cómo recuerdas tú el matagorrino en Garcimolina?
Artículo escrito por Anabel Blas con la inestimable colaboración de Consuelo Saiz.
Fotografías: Isabel Montesinos
Garcimolineros en el Homenaje al Guerrillero

Ha llovido mucho desde cuando se celebró, pero por diversos motivos no pudimos enseñaros este video. Se trata del «XXXII Día del Guerrillero Español, Homenaje a la Guerrilla Antifranquista» que tuvo lugar en Santa Cruz de Moya, el pasado 4 de octubre de 2020. En este video ha colaborado los garcimolineros Amador Martinez, Carlos Martínez, Cristina Martínez e Iván Martínez. Esperemos que os guste. Más información, web de la Gavilla Verde.Raimundo Montesinos, un hombre adelantado a sus tiempos

Raimundo Montesinos Jiménez nació en Casas de Garcimolina en el año 1905, en el seno de una familia humilde, como la mayoría de las familias que por aquel entonces habitaban nuestros pueblos.
Su madre, Agustina, era de Algarra y su padre, Lorenzo, de Garcimolina, fue allí donde establecieron la residencia familiar.
Ya en su juventud, Raimundo destacó por ser un hombre muy inteligente y con grandes inquietudes. Consiguió estudiar por correspondencia en la Universidad Politécnica de Sevilla para ser maestro albañil, algo muy difícil para un chico de pueblo de aquella época, donde el hambre y el analfabetismo eran una realidad.
Los años previos a la Exposición Universal de Barcelona de 1929 Raimundo se trasladó a la ciudad condal, donde participó en la construcción de los hoteles y pabellones que albergarían el evento en la montaña de Montjuïc. Aquella exposición costó 130 millones de pesetas de la época.
Plaza España y recinto ferial de la Exposición Universal de 1929
Tras su paso por Barcelona se marchó a Valencia donde trabajó en un taller mecánico, allí aprendió mucho sobre el mundo del motor en un momento donde los coches escaseaban en nuestro país. Fue entonces cuando el tío Luís compró el primer automóvil que llegó a Garcimolina. Se trataba de un Hispano Suiza que había que subir desde Utiel, pero como nadie sabía conducir llamaron al tío Raimundo que al menos sabía algo de coches. La carretera actual no existía, así que desde Landete subieron por el camino de detrás del castillo, para llegar a Garcimolina por el Portillo de Moya.
Raimundo siempre fue una persona muy creyente y con ideas conservadoras, pero cuando tenía 31 años estalló la guerra y le tocó luchar en el bando contrario a sus creencias. Nuestro pueblo formaba parte de la zona republicana y dentro de ésta, hubo muchos hombres que se prestaron voluntarios a tomar las armas, pero no los suficientes, así que hubo que recurrir al reclutamiento forzoso de varones entre 18 y 45 años.
Raimundo fue llevado al frente como tantos otros hombres de la zona, a defender Madrid. Estaba en un pueblo cerca del Manzanares y siempre contaba que por las noches pensaba en tirarse al río, hacerse el muerto y dejarse llevar hasta el bando nacional que se encontraba río abajo, pero no se atrevió y se quedó allí hasta que acabó la guerra. Desde Madrid volvió a Garcimolina andando, comiendo lo que encontraba por la carretera, peladuras de naranja, patatas de algún campo, etc.
Al acabar la guerra, fue nombrado alcalde a dedo, por sus ideas conservadoras y de derechas, pero pronto vio que la política no era lo suyo. Por aquel entonces, la tía Antonia vivía en California y Raimundo se inventó que le había salido un trabajo allí y no podía seguir siendo alcalde, aunque ese viaje a las Américas nunca llegó a ocurrir.
Se casó con Ambrosia y tuvo 4 hijos y en aquella España pobre de la postguerra había que trabajar muy duro para sacarlos adelante, así que desarrolló todo tipo de oficios y empresas.
Durante muchos años fue lucero, trabajaba en la fábrica de la luz, donde dormía todas las noches, él era el encargado de vigilar las máquinas, también hacía los recibos e iba a cobrar por las casas.
Cuando se subastaba el horno del ayuntamiento siempre entraba Ambrosia en la subasta para hacer de hornera. Ambrosia era sorda desde pequeña, pero eso no le impidió llevar una vida normal y hacer lo mismo que el resto de mujeres de la época. Casi siempre fueron horneros junto con otros socios, se iban turnando, cada semana le tocaba a una familia, la semana que tocaba ser horneros se trabajaba duro, había que llevar la leña, hornear, etc.
Ambrosia tirando de la burra
Como no tenía ovejas, muchos inviernos se iba a algún pueblo de La Mancha a trabajar de albañil. De las obras que hizo, se conservan los albergues de Algarra y Garcimolina, el lavadero de Garcimolina, la fonda y varias casas de ambos pueblos.
Era un gran emprendedor, aunque de todo lo que emprendía poco dinero sacaba, lo hacía más por probar, por investigar. Raimundo se documentaba y ponía en práctica lo que aprendía.
En su casa hizo un horno, después pensó que una granja de gallinas también podía funcionar, también cultivaba champiñones en la bodega, había sembrado boniatos cuando nadie lo hacía y cacahuetes, solo para probar y además era apicultor. Tenía unas 20 colmenas y vendía la miel a 15 pts el Kg. En invierno bajaban las colmenas a Valencia con unos camiones que alquilaban, pero un año subiendo a Garcimolina el camión volcó y se abrieron las piqueras, escapando muchas abejas. Tuvieron que cortar el tráfico y esperar hasta la noche que volvieron todas a la colmena a dormir.
Raimundo trillando en las Eras del Villar
Para sacar más dinero le enseñó a su mujer Ambrosia a hacer fideos con una máquina, se hacía una masa e iba por las casas haciendo fideos, les daban aire para que no se pegaran y los dejaban colgados en unas cañas para secar.
Sus hijos José y Julián ya se habían marchado a Barcelona y montaron una tiendecita para su hija Mª Jesús de 13 años, no se ganaba mucho dinero pero servía para estar entretenida y que los vecinos tuvieran donde comprar.

Hermanos Montesinos
Su hija Isabel nació cuando él ya tenía 50 años, alguna vez le habían preguntado si era su abuelo, juntos vieron como el pueblo se iba vaciando, los jóvenes se marchaban buscando un futuro mejor a ciudades como Barcelona o Valencia.
Así fue como dejó de haber cura en el pueblo, Raimundo se hizo cargo de la iglesia, tocaba las campanas, doblaba, etc. También se quedaron las escuelas vacías, y Raimundo se quedó con las llaves, abría para que la gente se pudiera reunir allí y vendía algún refresco.
Paella en familia
Aunque le ofrecieron en varias ocasiones trabajo en Barcelona, Raimundo no quiso dejar su pueblo. Era una persona seria, de palabra, aunque muchos pensaban que era poco hablador, la verdad es que cuando tocaban algún tema que le interesaba podía estar conversando durante horas. Sabía álgebra y trigonometría y siempre quiso que sus hijos estudiaran. En aquellos tiempos en los que había tanta necesidad, Raimundo recibía de Madrid el periódico ABC todos los días, aunque llegaba un día más tarde. Le gustaba mucho leer las noticias y quería que sus hijos se aficionaran a la lectura.
Cuando Raimundo se jubiló tuvo la suerte de que sus hijos José y Julián volvieran a vivir al pueblo, José se quedó el bar y Julián la tienda. También por aquel entonces volvió al pueblo la familia de Gerardo, gracias a todos ellos y a sus hijos el pueblo siguió estando vivo por mucho tiempo.
Sus últimos años los pasó en su pueblo, Garcimolina, escuchando la radio y leyendo novelas del oeste, donde fue enterrado el verano de 1992 rodeado de sus hijos y nietos.
El bar de Casas de Garcimolina sale a subasta

El ayuntamiento de Casas de Garcimolina, informa que el día 2 de noviembre, salió publicada la licitación para el arrendamiento del local Bar del municipio, al cual los interesados podrán licitar hasta el día 17 de noviembre. Toda la información en el siguiente enlace:. Para cualquier consulta dirigirse al ayuntamiento al 969365392 / 626995499 o por correo electrónico secretaríamoyayagrupados@gmail.com.

Sobre nosotros
El objetivo es impulsar la participación y el desarrollo del asociacionismo, entre las personas mayores de Casas de Garcimolina y su entorno.
A veces, la parte más difícil de encontrar el éxito, es reunir el coraje para comenzar.
Las personas provechosas no miran hacia atrás para ver quién los observa, solo al frente y sus metas.
Síguenos
Tu mensaje se ha enviado
Suscríbete a nuestro boletín de correo electrónico
“No digas poco en muchas palabras, sino mucho en pocas.” — Pitágoras —






Lebrillo








