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Este año nos enfrentamos a unas Navidades distintas, muchos no podremos ver a nuestras familias, ni viajar a nuestro querido pueblo, viviremos unas fiestas diferentes que nos harán reflexionar, sobre lo realmente importante en estas fechas.
Hace unos años, nuestros padres, nuestros abuelos, vivían la Navidad de una forma sencilla, austera, con los pocos lujos que podían permitirse en aquella época, pero no por ello menos felices.
Los niños y niñas de la escuela iban a buscar musgo a la Umbría para montar el belén de la iglesia, era un belén muy grande, con todos los personajes a parte de la Sagrada Familia. El cura y la maestra les enseñaban los villancicos que después cantarían para pedir el aguinaldo.
Las comidas y cenas eran las mismas que el resto del año, con pocos cambios. Muchos vecinos de Garcimolina mandaban en el camión de Eladio, de Sto. Domingo, algún bulto a sus familiares de Barcelona, normalmente embutido y pollos vivos metidos en cestos. Después el camión volvía de la gran ciudad cargado con dulces y turrones que en el pueblo no se encontraban. La llegada del camión a Garcimolina era un momento muy esperado por todos.
Lo más especial era la misa del gallo el día 24 a las 12 de la noche, las mujeres acudían tapadas con sus mantones que eran como unas mantas que usaban para protegerse del frío invernal de nuestro pueblo. Algún año el Tío Luís tocaba el órgano y con un silbato cantaba el gallo.
Al volver a casa, con suerte, el abuelo Raimundo hacía alajú, como cosa especial o melaos hechos con cañamones y miel.
El frío era tan intenso que muchos niños dormían en la misma cama que los abuelos para darles calor y las nevadas tan grandes que el pueblo se quedaba aislado. Había que hacer caminitos con palas para ir a la escuela, a la fuente o al horno.
La mañana de reyes los niños se levantaban y por la ventana veían las pisadas de los camellos congeladas, aunque fueran las de la burra del vecino. Los reyes solían traer almendras, nueces, con suerte alguna mandarina o naranja. Para los más afortunados podía caer un plumier de madera o un maletín para la escuela, pero eso ya era tener mucha suerte. Como la que tuvo nuestra vecina Mª Jesús Montesinos que nació el día 26 de diciembre. Por aquel entonces los niños que nacían el día 24 recibían de la Diputación de Cuenca una canastilla con la primera ropita de bebé, aquel año era diputado en Cuenca el primo Claudio Novella y al enterarse del nacimiento mandó una canastilla a Garcimolina que Mª Jesús aún conserva.
Este año no nos ha tocado el gordo, ni podremos ir al pueblo, pero tendremos claro que la salud de nuestras familias es lo primero.
Desde la Asociación de mujeres ‘El Sabinarejo’ os deseamos feliz Navidad y muy próspero año nuevo. Que en 2021 podamos juntarnos y continuar con todos proyectos que dejamos aparcados por un tiempo.
¿Y tú como recuerdas la Navidad en Garcimolina?
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