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Un olmo que me vio crecer
fue sembrado antiguamente
y era fuerte como un roble
ipero le llegó la muerte!
Muy larga ha sido su vida
y su alegría infinita,
ofreciendo a sus vecinos
su sombra tan exquisita.
Ya no tiene rama alguna
pero fragante y dichoso,
la hiedra le da hermosura
de un color muy luminoso.
Él, fue testigo de mi vida
que a su sombra festejé
pues de todo se enteraba
y él podría hacer de juez.
El sonido de sus ramas
llevo grabado en mi piel
y hoy con alegre mirada
le digo a mi amigo fiel.
Aunque eras un olmo viejo
tu frondosidad era grande,
y ha pasado mucho tiempo
pero no puedo olvidarte.
Al verano el sol te desafiaba
con su calor tenebrosa
y a todos nos refrescabas
con tu sombra deliciosa.
Aquello está en mi memoria
porque conservo el pasado
y revivo aquella gloria
que mi mente no ha olvidado.
Tu sombra querido olmo
como era una preciosidad
a tu lado se avenían los vecinos
iY jamás lo olvidarán!
Porque llenabas la plaza
como estandarte divino
y hacías de centinela
iA tus queridos vecinos!
Dios quiera que te respeten
y te dejen como estás
la hiedra te dará vida,
iQue es una preciosidad!
Echando raíces llevabas
mucho antes de mi existencia,
tu sombra me regalabas
y era una gran complacencia.
Ya me despido querido olmo
con mi cariño sincero,
porque estás en mi recuerdo
y no te olvido iTe quiero!
Junio 1997 Carmen Muñoz.